Casarabonela, es uno de los más bellos pueblos de la Sierra de las Nieves y de la provincia de Málaga. Pueblo de postal donde los haya, conservando su fisonomía árabe, el aire morisco lo invade todo, y por tanto, el color y sabor de los pueblos andaluces, callejuelas estrechas con recoletas plazas donde el tiempo parece huir de las prisas y la agitación y, casas blanquísimas en las que son frecuentes las hornacinas donde se rinde culto a las imágenes de devoción popular.

Comenzaremos el 1er día con la realización de un taller de pintura en uno de los tantos parajes naturales de los que puede presumir este bello municipio. Nos situaremos en “El chorrerón”, cascada natural que brota pocos metros más abajo del nacimiento de la Fuente Quebrá. Disfrutaremos de un singular microclima y de un paraje natural idílico, al mismo tiempo que la monitora nos enseña las nociones básicas sobre este arte, las diferentes técnicas, materiales utilizados, encaje, proporciones, volumen y teoría del color.

A continuación plasmaremos este gran paisaje singular, según la técnica pictórica elegida por cada uno de los participantes (acuarela, óleo, etc…) que nos llevaremos al finalizar como recuerdo del municipio.

El 2º día nos trasladaremos al Llano Cristóbal, recorrido que discurre por terreno calizo donde encontraremos formaciones kársticas muy típicas de estas montañas y entre pinares con hermosas vistas donde, por ser un hábitat idóneo para las aves, podemos tener la posibilidad de disfrutar de avistamientos. Merece la pena asomarse al mirador del Llano Cristóbal para contemplar la panorámica al valle del Guadalhorce.y al pueblo de Casarabonela asentado en las laderas de la montaña y apiñado alrededor de su derruido castillo medieval.

Este emblemático lugar será el lugar idóneo donde la monitora nos iniciará con una de las técnicas decorativas usadas en cerámica, la denominada Rakú, técnica tradicional oriental. Al final obtenemos tonalidades, texturas, matices y colores fascinantes y nunca iguales de una pieza a otra, que pueden ser desde rojos metalizados hasta craquelados, nacarados y tornasoles característicos de esta técnica. El Rakú es, pues, una compleja alquimia donde intervienen los cuatro elementos: tierra, fuego, agua y aire, de la cual resultan piezas únicas, siempre maravillosas.